-Bueno ya se han despertado todos los sentidos, pero no como se despierta un hombre de un mal sueño, ¡No! Se han despertado por necesidad, por la necesidad de encontrar la felicidad, la verdadera felicidad, esa felicidad que justifica la existencia misma, esa que solo se presenta en sueños, o en recuerdos.
Sueños… Recuerdos. ¿Acaso los recuerdos no llegan a nuestra mente empapados de melancolía? ¿Y los sueños?, ¿no pasa lo mismo con ellos? Esa melancolía infecta en nuestros sueños y nuestros gratos recuerdos ¿no se debe acaso a la no frustración, no se debe acaso a que realmente no estamos resignados?
Sueños… Recuerdos. ¿Acaso los recuerdos no llegan a nuestra mente empapados de melancolía? ¿Y los sueños?, ¿no pasa lo mismo con ellos? Esa melancolía infecta en nuestros sueños y nuestros gratos recuerdos ¿no se debe acaso a la no frustración, no se debe acaso a que realmente no estamos resignados?
– Sí, a eso se debe, se debe a que dentro de mí existe siempre ese anhelo innato por darle gusto a mis más profundos placeres, pero que se encuentra reprimido por la muchedumbre, esa muchedumbre que lee solo el papel y que por eso hace de la libertad una palabra, un concepto y de la felicidad un pequeño instante justificado sólo por el trabajo- Responde el Amigo que ha despertado.
Pero amigo, dime qué es el trabajo sino una forma de agotamiento físico y emocional que nos distrae de la verdadera existencia, de la verdadera felicidad… Pues bien, te digo a tí estimado: dejemos a la muchedumbre sumergida en la resignación ellos nunca despertaran como lo hemos hecho nosotros, ellos simplemente son lo que son: muchedumbre.
-Pero ¿y mi familia?- Pregunta aquel amigo.
La familia es el origen de todos los males, no el nacimiento, la familia. Despréndete, pues, de esa baba pegajosa y cálida que solo es apariencia y nada más, no rebajes la felicidad a las costumbres, pues los amas porque te has acostumbrado a ellos como se acostumbra un perro a su amo. Apártate de todo aquello que le dé un molde a la felicidad, apártate de ti mismo, pues no eres hoy el mismo que eras ayer, deja todo como ese todo quiera estar, pues el tiempo es de ellos, el tiempo para nosotros ya ha desaparecido, ya se ha vuelto uno solo con el espacio.
-¡Es así!, es así como quiero ser feliz- Dice el amigo mientras suspira y llora. –Dime entonces a donde vamos ahora ¿Qué haremos ahora que nos hemos desprendido de ese todo, de los conceptos y de las diferencias entre experiencias?, pues si te he entendido bien, las experiencias son siempre lo mismo, ya sea en sueños o en vigilia.
Nuevo amigo: no le otorguemos conceptos, ni a los sueños ni a la vigilia, pues ahora para nosotros son lo mismo.
-Disculpa lo olvidaba -dice el amigo lleno de seguridad-Pero dime ¿a dónde iremos los dos?, ¿en donde empezaremos a buscar esa felicidad que tanta dureza de espíritu me ha dado?
¿A dónde iremos los dos? La felicidad es subjetiva eso ya lo había dicho Nietzsche; amigo vete sólo, a donde tú quieras, es tú felicidad no la mía... Yo me iré a mi fuente, no sé qué harás ahora.
El amigo abrió los ojos cómo si viera a la muerte llevándose a su padre y quedó completamente congelado, no movió ni un solo dedo, ni siquiera parpadeó, pues veía como aquel hombre que lo había hecho despertar se alejaba sin siquiera darle un último consejo.
-¡Nuevo amigo, viejo amigo!-Dijo el hombre que se alejaba un poco triste y desilusionado por la reacción de aquel otro- despiértate, sólo has tenido un mal sueño dentro de otro mal sueño…Olvídalo. No has despertado más que ilusoriamente.
El amigo aquel que ya no sabía si estaba o no despierto parpadeó: primero cerró los ojos, luego, mientras los abría, despertó en una cuna gritando, mientras su madre corría a arrullarlo.
¿Que lo pudo haber asustado tanto, que pesadillas puede tener un bebe? –Se preguntó la vieja madre que le daba de comer al niño sin él tener hambre, y lo intentaba dormir de nuevo sin él tener sueño.
Aun sigo pensando que eres de las mejores cosas que he leido..
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